16/11/97 - amnesicos anonimos

A-t-on l’obligation de la memoire ? Faut il exercer le souvenir, l’exalter, repousser les trous de memoire jusqu’au derniers retranchements, jusqu’a l’absurde ? Ai-je le droit d’oublier les choses importantes plus ou moins que l’innutile ? On est tous plus ou moins inconscients ; l’Alzeimer est une maladie qui rend cela evident. Mais on n’a pas besoin d’une telle attrocite : on en a assez avec la vie de tous les jours, avec la certitude d’etre tout le temps en train d’oublier des choses essentielles. Quand je parle avec Nicolas, je ne pense pas a Thomas, et quand je lis je ne sais pas quel ecrit plein de lucidite -pour m’enivrer, pour m’eveiller, sortir de ma torpeur, de mon oubli de l’essentiel- je ne pense pas a l’escalier de mon enfance, le jeu du cabeza hueca, el hermano de mi abuelo (Alberto, el quimico). Elementos de realidad por millones estan fuera de mi alcanze en todo momento. Es mas : ni siquiera se trata de un conjunto numerable de olvidos, puesto que cualquier naturaleza muerta o viva, presente o pasada o futura engendra potencialmente (es) una infinidad de perspectivas diferentes.

Es TAN evidente que en cada instante somos de una u otra manera paraliticos, amnesicos, invalidos de la mente. Que en los momentos de mayor lucidez seguimos en la oscuridad, apenas se trata de una estrategia de engano mas espectacular, mas realista. La realidad virtual... encore faut-il qu’elle existe, cette autre réalité réelle.

La inmortalidad no la quiero para mi. Soy suficientemente lucido para darme cuenta de que nadie sobrevive a traves de la historia, apenas algunas briznas del pensamiento en la medida en que la lectura de una linea de Kundera -fuera de contexto, anacronica- pueda transportar al lector -extrano, ajeno en todo sentido menos en el de ser tambien un ser humano- en un viaje minusculo por una pirueta, una curva, una circunvalacion mental que casi con toda certeza dibujo y recorrio el propio Kundera.

Giacometti acaricio su obra, ejerciendo una presion que en el futuro podra o podra no ser intuida por alguien que a su vez recorra la linea de una de sus esculturas con su propia mano (lo cual, dicho sea de paso, es poco probable : se mira pero no se toca!. La posibilidad de recorrer el mismo camino, SER giacometti por un instante es casi nula).

Pero incluso Sheakespeare nunca fue la misma persona todo el tiempo. Cuantas veces Sheakespeare cago pensando la estrofa final de Macbeth ? Y sin embargo se trata siempre de la misma persona. A proposito : cual seria el interes de volver inmortales las costumbres cagalisticas de n’importe quel genie ou pas genie ? Ningun interes. Ningun interes tampoco la foto o el retrato de Einstein. Como dice Kundera, la station d’arret entre la mort et l’immortalite c’est le kitsh.

Las ilusiones no merecen la inmortalidad. La individualidad es una ilusion. No merece la inmortalidad, y aunque tuviera derecho, no sobreviviria a la experiencia. Merece en cambio la inmortalidad lo que ya es inmortal en cierta medida : lo atemporal, la anecdota que no le pertenece a nadie, la experiencia directa, la circunvalacion de Sheakespeare, de Einstein, o de mi abuela Josefa. Experiecias que son como regalos para cualquiera.

Por eso me siento culpable cuando me olvido del color de la mesa del restaurante caro del ultimo dia en Kyoto, el nombre de cada una de las piezas que componian aquella deliciosa cena, el plato tradicional, obento. Me da miedo. Estoy repleto de recuerdos, y todos se valen, todos son maravillosos y potencialmente compartibles. Soy una red (tristes redes) de ralo entramado (seria denso y compacto si fuesemos realmente conscientes, si fuesemos de una total ubiquidad sicologica) que atrapa cosas. Cosas que dispongo pele mele en una gran bolsa... agujereada ! !

Dos ideas para historias de Ciencia Ficcion :

(1) El adenovirus de Gregorio :Terapia genetica, Gregorio es un caso terminal de cancer de pulmon. Las celulas contienen su propio ADN sano. Pero Gregorio no es el unico expuesto al virus, que se escapa y comienza una epidemia (la terapia genetica, la esperanza

(recuerdo: CX monte carlo, radio esperaza, o algo asi, en el edificio de Maricucha, en frente de la plaza de la bandera, cuando volviamos en auto desde el estudio, desde de lo de la abuela.)

del siglo XXI) imparable. La enfermedad : el Gregorismo. La gente, se vuelve Gregorio, o por lo menos los hijos de esta.

(2) En una ciudad del futuro, en donde les rencontres entre etres humains n’est plus le fruit du hasard de la rue -mais d’un rendez vous fixe au prealable par des secretaires electronique-, Monsieur Lennan perd son agenda electronique. Il ne peut pas rentrer chez lui, la ville est trop complique. Il ne peut pas non plus appeller ses amis, il ne peut pas aller au comisariat -il n’y en a pas, pas besoin-. Il devient un clochard informatique, sans NEXE d’aucun type avec la realite. Il redecouvre les objets quotidiens, depourvus de leur aura virtuelle, avant de mourir d’inanition.

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